viernes, 26 de agosto de 2011

El club de las sobrevivientes Parte 4


A Ann Feele dueña de una panadería en Londres, le dieron un año de vida en 2006. Tenía un tumor recurrente en el cerebro que crecía apresuradamente. Cuando su médico le dijo que su condición era terminal, se sentó a llorar en el consultorio del galeno hasta el punto de no poder respirar, estaba desecha.
En esas primeras semanas estuvo inmovilizada por la tristeza y el sentimiento de lastima por sí misma. Ella y  su esposo Jonathan, un abogado jubilado, acordaron que el le explicaría a sus hijas Molly y Sadie aun adolescentes el terrible pronóstico. Entonces la angustia de Ann se disipo temporalmente al ver la aflicción de las jóvenes.
Una vez que los sentimientos de desesperación se fueron, creció en su lugar la determinación de luchar por su vida cada vez con más y más fuerza. 
Ann y su esposo decidieron jubilarse para concentrarse en la lucha por la vida de Ann durante el mayor tiempo posible y así poder disfrutar la vida que les quedara juntos.
A la operación para extirpar el tumor, le siguieron tratamientos de radioterapia y quimioterapia. Luego contrato un entrenador personal para ayudarla a fortalecerse y con la ayuda del tratamiento poco a poco comenzó a mejorarse.
Pero el momento crucial para Ann fue cuando su hija Molly fue aceptada en la Universidad de Chicago. Su hija le dijo que no se iría de casa, pues ella no podía soportar dejar a su mamá en caso de que su condición se deteriorara. Ann le insistió que se fuera  pues no quería que rechazara la oportunidad de su vida por culpa de la enfermedad y le prometió que lucharía con más fuerza que nunca.
Ann se planteó la meta de vivir dos años más, concentrándose en disfrutar con su familia las cosas simples de la vida como cocinar, comer juntos y salir dar largas caminatas. El tumor aún estaba allí, pero los chequeos regulares mostraban que contrario a lo que se esperaba, la condición no estaba empeorando.
Así que empezó a ponerse pequeños retos. Al año siguiente completó medio maratón con el apoyo de su esposo y de sus hijas quienes estuvieron allí en primera fila para verla.
El año pasado recorrió 5957 kilómetros a través de Estados Unidos y recolectó casi dos millones de libras esterlinas para la Organización Macmillan, que ofrece soporte a los pacientes con cáncer. Este verano Ann estará remando a través del Canal de la Mancha para recaudar más fondos.
Cuando estaban por cumplirse los dos años del diagnóstico y sin haber tenido ninguna recaída, su esposo el abogado le dijo: aun estas aquí, es hora de renegociar!.
Y eso es exactamente lo que Ann ha estado haciendo desde entonces. Hoy con 56 años de edad y después de 4 años desde que le dijeron que su muerte era inminente, aunque el cáncer se mantiene en una parte de su cerebro, ella no siente que es el momento de dejar a su familia y sigue luchando por su vida.